CUANDO LA CULEBRA BAILA EN LA TIERRA DE LA MARIPOSA

“En la alta mansión del cielo formados por el creador: Cielo, Tierra en cuanto está toda la universidad…”, son las palabras con las que inicia la canción de “La Muñeca”, una de las siete danzas que los “huehues” o “charros” interpretan en el carnaval de Papalotla.

En este municipio, del sur del vecino estado de Tlaxcala, colindante con Mazatecochco, Tenancingo, Xicohtzingo y la entidad poblana, el carnaval es una fiesta que se espera con ansias desde con un año de anticipación, y llena de alegría los corazones de los pobladores, quienes la consideran un evento de relevancia que paraliza toda la actividad laboral y escolar de los habitantes.

El carnaval en Papalotla tiene sus orígenes desde la época prehipánica, cuando los antiguos pobladores de los alrededores del volcán “La Malinche”, danzaron durante tres días para conjurar a una hechicera que tenía asolada a toda la población con su crueldad.

Desde entonces, los papalotlenses juraron bailar incesantemente durante tres días consecutivos, para evitar que la malvada mujer regresara de ultratumba y volviera a cometer sus horrores.

Hoy, el carnaval va más allá de la danza con motivos supersticiosos, es una fiesta en la que están en juego la identidad de cada una de las cuadrillas participantes, el orgullo de los familiares de todos los danzantes, así como de los comisionados de los respectivos barrios, y una cantidad de recursos millonaria que es entregada al municipio por el Gobierno del Estado.

“El carnaval es más que una tradición, es una festividad de acá, que casi, casi se compara con la fiesta patronal, y a veces yo creo que más, porque muchos participamos en él y lo esperamos con mucho gusto”, afirma Juan, quien desde hace 10 años participa como danzante.

“La muñeca”, “el jarabe”, “la marcha” y “la culebra”, son algunas de las piezas musicales que los charros de Papalotla ejecutan al compás de la música de viento y las percusiones. La última constituye la danza más representativa de la región, y llama la atención de visitantes nacionales y extranjeros, quienes acuden al municipio para sorprenderse con el sonido atronador de la cuarta.

Y es que “la culebra” es un baile que requiere mucho valor. Valor para soportar los latigazos que en recuerdo de los azotes que recibió Jesucristo, un charro le propina a otro.

Cuando la música característica comienza a sonar, la gente empieza a dar los primeros pasos en reversa para evitar ser alcanzados por los chicotazos. “Es culebra, es culebra”, gritan los más pequeños: la emoción los inunda y la inquietud por presenciar el espectáculo es más fuerte que el miedo de ser golpeado.

“Sí duele pero uno se aguanta. Ya con unas cubas encima ya no se siente tanto, la bronca es al otro día”, dicen los bailarines.

Y “las cubas”, son precisamente el elemento más importante en el desarrollo de la fiesta.

“No es carnaval si no hay alcohol”, suelen decir los pobladores. Nada más cierto que aquello, pues durante los tres días que dura el festejo, grandes cantidades de tequila, cerveza, brandy y pulque, circulan por los cinco barrios y las muchas colonias del municipio.

La bebida no es lo único importante durante las fiestas carnestolendas de Papalotla. La comida típica de este evento son los tamales elaborados al mero estilo local. Tamales que son ofrecidos de manera hospitalaria a todos aquellos que visitan la demarcación.

“Son bien sabrosos los tamales de Papalotla, y el municipio es famoso por su generosidad durante las fiestas de carnaval. Todo mundo quiere ir a la tamaliza”, refieren los pobladores de municipios aledaños.

Para participar como danzante es preciso prepararse con mucho tiempo de anticipación, y en algunos casos, ensayar las coreografías y los pasos necesarios para las distintas piezas musicales. Los personajes que participan en la ejecución de los bailes son las doncellas, los vasarios, la nana, un personaje emblemático interpretado por un hombre vestido de mujer, que funge como la jefa de la cuadrilla y quien vigila que los pasos se hagan adecuadamente; y los charros, la figura más simbólica de todo el festejo.

Con su elegancia característica, y su capa lentejuelada, los charros causan asombro y admiración por donde quiera que pasan. Portar un disfraz de este tipo, requiere más que buenas intenciones, pues el atuendo completo puede costar hasta 25,000 pesos.

Más de 40 plumas de avestruz para el tocado, alrededor de 14 millares de lentejuelas para bordar la capa, una máscara de pura madera que oscila entre los ocho y diez mil pesos, largos cueros para proteger las pantorrillas, botas vaqueras, pantalón de vestir, camisa, chaleco, corbata, y por supuesto, la cuarta: todo forma parte del complejo traje de charro.

“Cada año estreno traje. Ahorro mucho para poder comprar plumas de calidad y no me compro otras cosas que me gustan con tal de siempre estrenar y andar bien prendidito”, asegura Osvaldo, danzante del barrio de Xolalpa, uno de los más exigentes en cuanto a la calidad del vestuario y los pasos de baile de los charros.

Año con año, los charros y vasarios se entrenan y preparan para lucir sus mejores galas y presumir sus mejores danzas en “La presentación”, un evento que se lleva a cabo el lunes anterior inmediato al miércoles de ceniza, y en el que convergen, frente a la presidencia municipal, todas las cuadrillas en determinados turnos de 45 minutos, para mostrar al presidente y los miembros del cabildo, así como a la concurrencia, lo mejor de su barrio.

Luego de “La presentación”, los huehues vuelven a sus comunidades para continuar bailando por las calles y divertir a la gente de sus colonias. Ahí, los encargados ofrecen casa por casa, la oportunidad de que los danzantes bailen frente a ellas, recibiendo a cambio una remuneración económica.

Para dar de comer a tanta gente, los comisionados piden el apoyo de algunas familias del barrio, quienes tienen la generosa labor de cocinar para todos los miembros de la cuadrilla y para la gente que los acompaña.

El día martes, las danzas continúan por la mañana, y por la noche las camadas se dan cita nuevamente frente a la presidencia municipal para concluir los tres días de fiesta con un evento conocido como “Remate”.

“Lo más padre es el remate, ahí es donde uno puede participar de cualquier forma y como es de noche, la lentejuela de los trajes luce bonito. Además va la gente apoyando al barrio, echan porras”.

El remate es el evento más relajado de todo lo que comprende el carnaval papalotlense. Las irreverencias y los reclamos contra las autoridades tienen cabida en este festejo, pues los jóvenes del barrio bravo, Xilothzingo, acuden en grupo para lanzar consignas contra el presidente, y aventar huevos crudos contra el palacio municipal.

“La fiesta del carnaval es lo mejor del municipio y lo disfrutamos mucho porque sabemos que uno lo espera tanto tiempo y cuando llega dura poco. Es como dice la canción de la muñeca, solo llega cada año y si lo veremos el próximo solo Dios lo sabrá y el que exista lo verá”, dice la señora Gloria, habitante Papalotla.

Papalotla significa “lugar de mariposas”. A él acuden cada año miles de visitantes de la zona conurbada de Puebla y Tlaxcala, y aun de otros estados de la república, para comprobar el por qué de la fama de las fiestas de esta región, y para ver cómo es que se festeja, cuando la culebra danza en la tierra de la mariposa.

“Lo más bonito del carnaval es que todos se unen, no hay diferencias. Se olvidan las rivalidades y todos festejan a lo grande. Son tres días de fiesta y la alegría se siente en todo el municipio”, aseguran.378307_423588591030519_557430166_n

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